"Los robles de 1910 tenían ahora diez años y eran más altos que nosotros dos. El espectáculo era impresionante. Me sentí literalmente sin palabras y, como él no hablaba, nos pasamos todo el día en silencio mientras paseábamos por su bosque. Éste tenía, en tres secciones, once kilómetros en su máxima extensión. Cuando uno recuerda que todo esto había salido de las manos y el alma de ese hombre, sin recursos técnicos, uno comprende que los hombres pueden ser tan eficaces como Dios en otros dominios que no sean la destrucción" Jean Giono - Francia, 1895-1970